Monición de entrada. Domingo 29º del t.o., ciclo B. Jesús corrige la ambición de los apóstoles.





Santiago y Juan, los hijos del Zebedeo, se le acercaron y dijeron: “Maestro, queremos que hagas lo que vamos a pedir”.  Él les dijo: “¿Qué queréis que haga por vosotros?”. Y ellos dijeron: “Que nos  sentemos uno a tu derecha y otro a tu izquierda en la gloria”. Jesús les dijo: ¡No sabéis lo que pedís! ¿Podéis beber el cáliz que yo beberé o ser bautizados con el bautismo con el que yo seré bautizado?”.  Ellos contestaron: “¡Podemos!”. Jesús les dijo: “Beberéis el cáliz que yo beberé y seréis bautizados con el bautismo con el que yo seré bautizado, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no es cosa mía el concederlo; es para quienes ha sido reservado”.
Los otros diez , al oír esto se indignaron contra Santiago y Juan.  Jesús los llamó y les dijo: “Sabéis que los Jefes de las naciones las tiranizan y que los grandes los oprimen con su poderío.  Entre vosotros no debe ser así, sino que si alguno de vosotros quiere ser grande, que sea vuestro servidor, y el que de vosotros quiera ser el primero que sea el servidor de todos;  de la misma manera que el hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar la vida como rescate por todos”.

DIÁLOGO


Triana.- Jesús hoy nos da un toque para que no seamos ambiciosos de poder, de prestigio ante los demás. El más grande no es el que tiene el vestido ni las joyas más caras, ni el que lleva la chaqueta más reluciente.   Para Jesús el más importante es el que ayuda más a los demás.


Fernando.- Dos de sus apóstoles, Santiago y Juan,  los hijos del Zebedeo, quisieron ponerse una medallita para salir en la foto y le pidieron un buen sitio a Jesús para ellos ¡Se creían los más importantes!


Ana.- Yo creo que el que se pone muchas medallas es para taparse las manchas negras que tiene su corazón,  las manchas de la envidia, del egoísmo, de la pereza, de la falta de amor.


Irene.- A Jesús no se le puede engañar: Él busca en el cansancio de tus brazos cuando ayudas a los demás, en la dulce mirada del anciano, en la dura vida de las familias rotas.


Triana.- Jesús, yo soy una niña y no se que quiere decir eso de “Beber de tu Cáliz”.


Fernando.- El cáliz es la copa ¡Pues querrá decir que nos apuntemos sólo a las fiestas!


Ana.- ¡Qué graciosillo eres! Mi abuelita dice que para un judío, el cáliz era como el destino o el futuro de una persona.


Irene.- Si bebes de su copa, es porque quieres compartir su destino. Y el destino de Jesús era la entrega de su vida por todos nosotros.


Triana.- Jesús, para beber de tu copa debo vivir tu mensaje de entrega a los demás.  Para vivir tu mensaje necesito de tus palabras. Necesito hablar contigo.


Fernando.- Pues manos a la obra. Hay que empezar hoy mismo y empezar en casa, hablando contigo, haciéndome la señal de la cruz al levantarme y al acostarme. Voy a intentar no ser caprichoso en casa y respetar a mis padres.


Ana.- Otro momento importante, a la hora de comer, dando gracias a Dios por la comida de ese día aunque sean habichuelas. Y pidiendo por los que no tiene nada para comer.


Irene.- Hay gente que no viene a la iglesia. Si es porque ya se lo saben todo. Jesús les dice: “no os lo guardéis para vosotros solos”. El amor es como los músculos. Si no los usas desaparece. VEN A LA PARROQUIA, QUEDA MUCHO POR HACER.