Diálogos desde el Evangelio. Domingo I de Adviento, ciclo C


Lectura del santo evangelio según san LUCAS 21,25-28.34-36
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues los astros se tambalearán.
Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y majestad.
Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación. Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra.
Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir y manteneros en pie ante el Hijo del hombre.
Palabra del Señor


DIÁLOGOS DESDE EL EVANGELIO
N: Señor Jesús: el Evangelio de este domingo primero de Adviento nos trae la versión del evangelista San Lucas sobre el final del mundo y tu última venida al final de los tiempos.
+Jesús: Es verdad, pero creo que podemos hacer algunas reflexiones, que completen lo que dijimos hace dos domingos: no se trata de la aniquilación de toda la creación, pero sí que desaparecerá ese mundo sin amor; el mundo del odio, de la intriga, de la marginación y olvido de los más débiles; de la violencia a ultranza; de la corrupción… para que aparezca el Reino de Dios, que es el reino de la justicia, del amor y de la paz.
Y esto se va dando ya como fruto de la entrega generosa, no sólo de mis discípulos, sino también de los hombres y mujeres de todos los tiempos, de todas las razas, de distintas religiones e ideologías, que, de verdad, quieren que el mundo, la vida sea grata para todos.
N: Entonces, amigo Jesús, los “cielos nuevos y la tierra nueva” irán apareciendo a lo largo de la historia, aunque su realización plena sea al final de los tiempos.
+Jesús: Así es. Por eso les decía yo a mis apóstoles: “cuando empiecen a suceder estas cosas, “alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación”.
N: ¡Qué bien nos viene esto a los que vivimos en este siglo! Es necesario alzar la cabeza, no mirar tanto al suelo; no dejarnos llevar por tantos ruidos, por tantas llamadas, por tantos reclamos… y ser conscientes de que tenemos a nuestro alcance nuestra liberación y la de nuestros hermanos. Por cierto, mi querido Maestro, a veces me pregunto: ¿qué es la liberación para mí…? Te pido que me ayudes a descubrir de qué cosas y actitudes tengo yo que liberarme.
+Jesús: La verdad es la que nos hace libres. Lleva una vida auténtica, sin doblez y siendo útil a los demás. Verás como cada vez te sentirás más libre.
Permíteme un pequeño comen-tario sobre la frase “alzad la cabeza”: Creo que hoy es necesario que los cristianos lleven la cabeza bien alta, aunque socialmente no vista bien ser creyente. Existen muchos cristianos vergonzantes.
N: Amigo y compañero de via-je, Jesús: me ha llamado mucho la atención eso de que “no se embote nuestra mente”; y “estar siempre despiertos…”
Creo que fácilmente nos dejamos embotar con la cantidad de anuncios que se prodigan en estos días por todos los medios. Es ló-gico que los comerciantes quieran y tengan que vender, pero nos corresponde a nosotros no picar en el anzuelo hasta el punto de convertir la Navidad en la fiesta del consumo y del derroche, mientras Tú, amigo Jesús, sigues viniendo y sigues sufriendo en los pobres, nuestros hermanos.