El mundo es un pañuelo


Esta historia es real porque la sabemos contrastada, aunque lo que no sabemos es porqué no es más conocida. Hoy queremos sacarla del olvido y compartirla con vosotros.



Ciertamente, el mundo es un pañuelo y lo fastidiado es que en el momento menos pensado, te puedes encontrar con lo que nunca hubieras imaginado o, peor todavía, con lo que nunca hubieras deseado; sería por eso que decía Jesús: “nada hay escondido que no salga a la luz”.

Pero de la misma manera que es fastidiado, porque te puedes encontrar en un verdadero apuro cuando menos lo esperabas, puede ocurrir al contrario, y es que te encuentres con la sorpresa más grande de tu vida porque, algo que hiciste, incluso sin darte cuenta de lo que hacías, pudo ser de un valor incalculable para una persona, que hasta pudo cambiar el sentido de su vida. Por eso nunca debemos privar del bien a nadie, aunque creamos que no va a merecer la pena, pues no sabemos lo que puede ocurrir; tal vez por eso también decía Jesús que“tratáramos a los demás como nos gustaría que nos traten a nosotros”, que después ha quedado como un refrán: “Haz el bien y no mires a quién”.

El encuentro de estos dos personajes de la foto, en uno de los pliegues de ese pañuelo que es el mundo, fue genial: cuentan que Juan Pablo II, en una audiencia privada con una de las más altas jerarquías del judaísmo,el rabino Meir Lau, todo transcurrió en un clima extraordinario de cordialidad. Pero allí se dio algo que Juan Pablo II nunca hubiera podido imaginar: aquel hombre respetable le contó una historia singular: “Santidad, quiero contarle una historia: estaba recién terminada la segunda guerra mundial, una mujer católica había recogido a un niño judío a quien habían asesinado a sus padres en un campo de concentración; se acercó a su párroco para hacerle una consulta.
Los padres del niño habían soñado para él un futuro grande en su tierra de Israel, pero aquel niño se había quedado huérfano y sin posibilidades; ella hubiera querido bautizar al niño ya que Dios lo había librado de la masacre, pero por otro lado, le pesaba el deseo de los padres del niño ¿Qué hacer?
El párroco respondió sin titubear: “debemos respetar la voluntad de sus padres” y después de hacer todo lo posible, aquella familia, junto con el párroco, hicieron que el niño pudiera volver a su tierra: el reciente fundado estado de Israel, donde arreglaron todo para que se criara y educara."
Al Papa le pareció lindísima la historia y, además llena de ternura, lo que no podía imaginar era lo que a continuación le confesó el rabino: “Santidad, usted fue aquel párroco católico y yo soy aquel niño huérfano que usted ayudó, quiero hoy darle las gracias”.

¡Qué lindo, que en los pliegues de este pañuelo podamos ser recordados y poder recorrerlos sin miedo a que alguien pueda presentársenos un día diciendo que fue una desgracia el que ese pañuelo nos tenga que soportar! Algo así cuenta la biblia que dijo Dios a Adán y Eva cuando los expulsó del paraíso por haber roto la paz y la armonía que había establecido para que los seres humanos vivamos con paz, libertad y fraternidad: “La tierra será maldita por vuestra culpa” y así sigue siendo: no puede haber peor maldición que encontrarnos con alguien que se nos convierte en una pesadilla, porque es un estúpido ignorante, que encima se cree que es la última palabra y la más interesante y no hace otra cosa que meter la discordia, el odio, los resentimientos, la desconfianza, tergiversándolo todo, sacándolo de contexto y buscando siempre su propio interés sin importarle el bien de los demás. Creo que es una desgracia el nacer para esto y es un verdadero infierno el vivir al lado de alguien así. ¡¡Que Dios nos libre de ambas cosas!!