Carta del Papa y manipulación de TVE, Canal Sur, El País, etc., por Julio Segurado


El pasado sábado 20 de marzo de 2010 se hacía pública la Carta de Benedicto XVI a los católicos irlandeses con motivo de los escándalos de pederastia en el clero. Los informativos de TVE, la cadena pública, la que pagamos todos, se abrían tendenciosamente despachando su contenido en una línea, seguida de un largo reproche de la representante de las víctimas. Para ella, la Carta del Papa llegaba tarde y se quedaba corta.
En estos términos llegó la información al español de cultura televisiva. Atroz manipulación, corroborada a bocajarro con un posterior editorial de El País. Una de las perlas del mismo acusa a la Iglesia de “haber envejecido mal” y de “no encajar en la modernidad”. Argumentos falaces en el fondo.
Callar ante esta campaña de descrédito sería ser cómplices de este fariseísmo mediático. La Carta, ni llega tarde, ni se queda corta. Quizás hubieran preferido que se encendieran las hogueras inquisitoriales sobre las que verter su ponzoña posteriormente.
La Carta es dura contra el pecado y contra quienes lo han consentido. Es una Carta excelsa, aunque a estos editorialistas todo les sabe a poco. Doble página a un religioso pederasta que cumple condena y media columna perdida a la Carta del Papa. Estos vándalos de la información se las gastan así. No podemos callar cuando anda en juego la verdad, la justicia y el honor.

Fenómeno de “pánico moral” teledirigido
El sociólogo Massimo Introvigne ha publicado al respecto un magnífico artículo en el que explica que el huracán mediático de estas semanas responde a lo que se conoce como un fenómeno de "pánico moral", perfectamente teledirigido desde determinados centros de influencia. Según su explicación se trata de una "hiperconstrucción social" tendente a crear un “un monstruo" con materiales fragmentarios y desperdigados en el tiempo. Existe ciertamente un problema real: sacerdotes que han realizado el abominable crimen del abuso a menores. Pero las dimensiones, los tiempos y el contexto histórico son sistemáticamente alterados o silenciados. Nadie pone esos números de la vergüenza eclesial en relación a la totalidad brutal del problema.

Ocultación y manipulación de las cifras
Los abusos sexuales han existido siempre. Los medios de comunicación los están divulgando ahora como si se tratara de una “caza de brujas”. A pesar de ese grande y vergonzoso escándalo, en lo que respecta a la Iglesia católica, los datos disponibles no lo sostienen. Aquí van algunos datos:
- En Alemania, por ejemplo, la incidencia de casos sospechosos de abusos sexuales cometidos por sacerdotes y religiosos en los 15 últimos años es del 0,045% (según el estudio de Hans Kröber, Profesor de Psicología de la Universidad Libre de Berlín, ex comunista y ateo confeso). De los 210.000 casos de abusos a menores denunciados desde 1995, sólo 94 corresponden a eclesiásticos.
- Nadie dice que en los Estados Unidos son cinco veces más los casos de abusos imputados a pastores de comunidades protestantes.
- Tampoco se cuenta que en el mismo periodo en que en ese país fueron condenados 100 sacerdotes católicos, fueron 5.000 los profesores de gimnasia y entrenadores deportivos que sufrieron idéntica condena. Este hecho no sólo no ha trascendido a la opinión pública, sino que ni siquiera ha propiciado un mea culpa por parte de dicha federación deportiva, mientras que semana tras semana se desempolvan casos de religiosos o sacerdotes ocurridos hace 50 años para engrosar el rechazo público a dicha institución.
- La realidad brutal es que en los Estados Unidos se estiman varios millones de víctimas de abuso sexual infantil. De éstos, entre 40% y 60% recibieron abusos por un miembro de la familia (la mayor parte, por tíos, primos, padrastros y parejas sentimentales). Por tanto, ¿qué tiene que ver el celibato en todo esto?
- Carol Shakeshaft y Audrey Cohan han elaborado un estudio que muestra que el 5% fueron agredidos por maestros de escuela, mientras que el New York Times publicó una encuesta que muestra que menos del 2% de los delincuentes eran sacerdotes católicos. Pero al leer los periódicos, pareciera que el clero católico tiene el monopolio en el abuso de menores.

Objetivo: Benedicto XVI
La semana pasada el "pánico moral" teledirigido ha centrado bien alto su objetivo. La caza ha buscado una pieza mayor, el propio Benedicto XVI, el Papa que ha abierto ventanas y ha establecido una batería de disposiciones de máxima transparencia, colaboración con las autoridades y, sobre todo, sanación de las víctimas. Ha sido el Papa que en Estados Unidos y Australia se encontró cara a cara con quienes habían padecido esa terrible experiencia, para pedirles perdón en nombre de una Iglesia de la que ellos son miembros heridos, y merecen por tanto una preferencia total. Las insinuaciones sobre el Papa Ratzinger en esta materia merecerían simple desprecio si no fuese porque indican algo importante de este momento histórico. Hay un poder cultural, político y mediático que ha puesto a Pedro en su punto de mira, ya sin rubor y sin embozo. Cierto que no es la primera vez, y conviene recordarlo. Pero el furor y las armas de esta hora son, si cabe, más insidiosas que los de otros momentos de la historia.

Un nuevo ejemplo de manipulación y de ataque a la Iglesia
El cardenal José Saraiva Martins, prefecto emérito de la congregación para las Causa de los Santos, se mostró el pasado 25 de marzo a favor de la "tolerancia cero" para los curas pederastas, pero a la vez denunció que detrás de estos casos hay una "maquinación muy precisa" para atacar a la Iglesia. El portugués Saraiva señaló que los casos de pederastia no son específicos de la Iglesia y que la mayor parte de los mismos se dan en otro ámbito de la sociedad y sus autores no son sacerdotes.
"No digo que sea la masonería o cualquier otro grupo, sólo digo que existe una maquinación, un objetivo muy preciso, bien claro, para atacar a la Iglesia", afirmó el purpurado. Los casos de curas pederastas sirven de "pretexto" para atacar a la Iglesia, señaló.
Saraiva defendió a los sacerdotes y afirmó que el 99 % vive una vida sacrificada y de entrega a la sociedad y que por ello es "injusto" presentarles "como si todos" fueran pederastas.
Respecto a que si la Iglesia ha ocultado casos de curas pederastas, el cardenal intentó comprender la mentalidad del momento en el que se conocieron y la intención primaria de "lavar en casa los trapos sucios", con prudencia, para no equivocarse. Agregó que cualquier familia no pone en la plaza a la primera de cambio sus problemas internos, pero que eso no significa que un obispo pueda ocultar abusos sexuales a menores.

Algunas preguntas incómodas
¿Por qué cuando informan sobre esta lacra de los abusos no mencionan el porcentaje de casos reales dentro de la Iglesia en relación a la totalidad del problema? ¿Quizás por ser ínfimo?
¿Por qué no mencionan los linchamientos que se producen a este respecto, es decir, todas aquellas acusaciones infundadas y malintencionadas que muchas veces intentan sumarse al río revuelto y a la confusión mediática? Porque de esto hay mucho, aunque se calle.
Aún más sospechosos parecen los silencios en torno a la realidad de que, en más de un 90% de los sucesos, los abusos se realizan a menores varones. Este parece un claro ejemplo de lo políticamente incorrecto: ¿Por qué ocultar que la homosexualidad está detrás de la mayoría de estos abusos? Es decir, si interesan tanto los excesos dentro de la institución eclesiástica y no la mayoría que se producen habitualmente fuera de la Iglesia (no porque los consideren positivos, evidentemente, sino porque no son tan rentables informativamente hablando), si interesan tanto estos estigmas que avergüenzan a toda la Iglesia, ¿por qué no informar sobre todo?
Las palabras del Papa Benedicto a los sacerdotes pederastas son bien claras y duras: “Habéis traicionado la confianza depositada en vosotros por jóvenes inocentes y por sus padres. Debéis responder de ello ante Dios Todopoderoso y ante los tribunales debidamente constituidos. Habéis perdido la estima de la gente de Irlanda y arrojado vergüenza y deshonor sobre vuestros semejantes. Aquellos de vosotros que son sacerdotes han violado la santidad del sacramento del Orden, en el que Cristo mismo se hace presente en nosotros y en nuestras acciones. Junto con el inmenso daño causado a las víctimas, un daño enorme se ha hecho a la Iglesia y a la percepción pública del sacerdocio y de la vida religiosa...”
Ciertamente, un solo caso de pederastia en el clero constituye una vergüenza y una abominación para toda la Iglesia. Sin embargo, no es menos vergonzoso y abominable la actitud de la prensa laicista (y los poderosos que la manejan) de manchar el honor y la conciencia de todos los sacerdotes y religiosos, entre los que hay muchísimas personas abnegadas, heroicas, entregando su vida por los más necesitados en misiones y en condiciones que sus difamadores ni pueden imaginar ni mucho menos imitar porque nos les llegan a la altura de la zapatilla…
A esto es a lo que no hay derecho: a que se use el dinero público para difamar y crear sospechas contra nuestros obispos y nuestros sacerdotes católicos; o a que se manipulen las conciencias de los ciudadanos para crear el prejuicio de que todo sacerdote es un pederasta en potencia o un encubridor de pederastas.

Una llamada a la purificación y a la humildad
"¡Si hay humildad, la Iglesia saldrá más resplandeciente que nunca de esta guerra!", aseguró el viernes de dolores el padre Raniero Cantalamessa, predicador de la Casa Pontificia, ante Benedicto XVI y sus colaboradores, haciendo referencia a las manipulaciones informativas sobre casos de abusos sexuales de menores cometidos por sacerdotes. El sacerdote capuchino aseguró: "Cristo sufre más que nosotros por la humillación de sus sacerdotes y por la aflicción de su Iglesia; si la permite, es porque conoce el bien que puede brotar de ella, de cara a una mayor pureza de su Iglesia".
Además, subrayó, "el encarnizamiento de los medios de comunicación - lo vemos también en otros casos - a la larga obtiene el efecto contrario al deseado por ellos".
Se necesita "una purificación dentro de la Iglesia, empezando por su clero", aseguró, como lo demuestran casos recientes de "traición de la confianza de Cristo y de la Iglesia, la doble vida, el descuido de los deberes del proprio estado, sobre todo en lo que respecta al celibato y la castidad". "Sabemos por dolorosa experiencia cuánto daño puede venir a la Iglesia y a las almas por este tipo de infidelidad. Es la prueba quizás más dura que la Iglesia está atravesando en este momento", reconoció.
"No se debe generalizar (la Iglesia es rica de sacerdotes santos que cumplen silenciosamente con su deber), pero tampoco callar", precisó el predicador del Papa.
Por este motivo, concluyó, "el fruto más bello de este Año Sacerdotal será una vuelta a Cristo, una renovación de nuestra amistad con él. En su amor, el sacerdote encontrará todo aquello de lo que humanamente se ha privado, y 'cien veces más', según su promesa".

Julio Segurado Cobos,
Párroco de San Pedro Poveda de Jaén