Monición de entrada. Domingo 7º de Pascua, CICLO C, Lc. 24, 46-53

Dijo Jesús a sus discípulos: “Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Y vosotros sois testigos de ésto. Yo os enviaré lo que mi Padre ha prometido; vosotros quedaos en la ciudad, hasta que os revistáis de la fuerza de lo alto”. Después los sacó hacia Betania, y levantando las manos, los bendijo. Y mientras los bendecía, se separó de ellos (subiendo hacia el cielo). Ellos se volvieron a Jerusalén con gran alegría; y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios.



DIÁLOGO
Lucía.- Hoy, séptimo domingo de Pascua, celebramos uno de los días más importantes del año: el día de la Ascensión del Señor a los cielos. Todo se había cumplido: por predicar su mensaje de amor, el Mesías debía de padecer la muerte en la cruz, y resucitar al tercer día.

Natalia.- Jesús, estando en Jerusalén con los discípulos, les dijo que esperaran allí hasta que recibieran la fuerza del Espíritu Santo. Todo lo que habían visto y oído, debían de transmitirlo al resto del mundo.

Juan.- Después los sacó para el pueblo de Betania, y desde la cima del monte “Olivete” los bendijo y se elevó hacia los cielos. Fue el maravilloso triunfo de Cristo en su viaje al Padre, después de pasar cuarenta días con sus discípulos.

Ana.- Cuentan que en el siglo IV construyeron en la cima de ese monte una basílica de forma redonda, y con el techo descubierto, para rezar a Dios y disfrutar del trozo de cielo desde el que Jesús se alejó.

Lucía.- ¡Jesús, Tú subiste al Padre! Los apóstoles no pudieron retenerte más. No sabían que tu partida era necesaria para poder repartirte en el interior de cada uno de nosotros en cada Eucaristía.

Natalia.- Cuando bajó Jesús a la tierra, lo hizo como Dios, pero cuando regresó al Padre lo hizo “como Dios y como hombre”, en cuerpo y alma. Jesús nos ha enseñado el camino a todos los hombres para poder resucitar un día abrazado a Dios.

Juan.- Con esa alegría y esa esperanza vivimos cada cristiano. Pero no lo conseguiremos con los brazos cruzados. Jesús también nos enseñó que orar al Padre mirando al cielo, sólo lo hacemos para coger fuerzas.

Ana.- Coger fuerzas para luchar contra las injusticias, para vencer a la avaricia, para rescatar al hundido en la droga, para sembrar la paz con tu entrega a los demás, para con valentía enseñar su Palabra.

Lucía.- ¡Jesús! tu marcha al Padre me vuelve a sorprender: he dejado de verte, pero me has enseñado a sentirte muy dentro de mí. El ver es pasajero. Al sentirte, me hace compartir contigo cada instante de mi vida. Nunca podré sentirme sola, siempre te tendré a ti en mi interior.

Natalia.- Eso fue lo que le ocurrió a LOLO, nuestro paisano de Linares, a quien la Iglesia Católica va a Beatificar el día 12 de Junio de 2010 aquí, en Linares. Porque LOLO terminó su vida ciego y totalmente inválido en una silla de ruedas. Él no lo hubiera podido ver a Jesús.

Juan.- Jesús se coló en el corazón de LOLO. Desde muy joven, recibió la catequesis como tú y como yo. Y tanto amó que desde muy niño tuvo el privilegio de llevar la Eucaristía, llevar al mismo Jesús, a muchos enfermos de Linares.

Ana.- Tanto imitó a Jesús, que nunca se quejó de sus dolores. La enfermedad pudo con su cuerpo, pero nunca pudo con su amor por los demás. Él era quien animaba a quien lo iba a visitar. Sólo ama el que tiene el gozo de imitar y encontrar a Dios.