Diálogos desde el Evangelio. Domingo 9º t. o. A

+ Lectura del santo evangelio según san Mateo 7, 21-27
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No todo el que me dice "Señor, Señor" entrará en el reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Aquel día, muchos dirán: "Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre, y en tu nombre echado demonios, y no hemos hecho en tu nombre muchos milagros?"
Yo entonces les declararé: "Nunca os he conocido. Alejaos de mí, malvados.
El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca.
El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se hundió totalmente.»
Palabra del Señor


DIÁLOGO

N: Mi querido Maestro: En primer lugar te doy gracias porque nos marcas el camino que nos lleva al reino de los cielos. No consiste en palabras sino en obras. Nos dices que es preciso cumplir la voluntad del Padre.

+Jesús: Así es. Las palabras si no van acompañadas de las obras, son como la arena, que se la lleva el viento.

N: Eso está claro. Dice el refrán que “obras son amores y no buenas razones” pero amigo Jesús, me gustaría que me explicaras un poco cuál es la voluntad del Padre.

+Jesús: Solo con muy pocas palabras.: Dios quiere que todos sus hijos, (todo ser humano), tengan vida y vida abundante. Dios Padre ama a todos y por eso me ha enviado a mí como la Vida del mundo.

N: Ahora comprendo mejor. Con solo palabras no se puede construir un mundo de hermanos. No es suficiente decir Señor, Señor, ni profetizar, ni echar demonios, ni hacer milagros buscándose a sí mismo y presentarse después con todo eso como méritos propios.

+Jesús: Claro, amigo. Por eso mi discípulo y escritor Mateo, acertó muy bien al escoger lo que yo dije en el sermón de la montaña: que es preciso “edificar la casa sobre roca y no sobre arena”.

N: El ejemplo es clarísimo. Si una casa no tiene buenos cimientos no es posible que dure en pie mucho tiempo.

+Jesús: Recuerdo el día que, al pasar por una aldea, estaban abriendo unos cimientos para una casa. No hacían nada más que ahondar y ahondar, hasta que llegaron a una roca. El maestro de obras dijo: ya hemos llegado. A los dos años pasé por allí y la casa estaba en pie, a pesar de los inviernos crudos que habían pasado.

N: Aplicado esto a nuestro templo (pues somos templos de Dios, como dice tu Apóstol Pablo) podemos decir que la Roca tienes que ser Tú. Es en ti, querido Maestro, en quien tenemos que estar cimentados. De nada valen los continuos rezos, las novenas, los quinarios, ni el simple cumplimiento del precepto dominical, ni otras muchas cosas que hagamos apartados de ti. Tú mismo nos dices: “sin mí no podéis hacer nada”

+Jesús: Te expresas muy bien. Todo eso que acabas de nombrar son como la arena. Quien construye su templo sobre esas cosas lo está haciendo sobre arena. Más todavía su edificio como creyente se derrumbará por sí mismo, entre otras cosas porque le falta lo que es fundamental: el AMOR.

N: Mi querido amigo Jesús: Ayúdame, (ayúdanos) a no conformarnos con decir “Señor, Señor” Que estemos, como seguidores tuyos, vitalmente unidos a ti, que eres la Roca.