Monición de entrada. NATIVIDAD DEL SEÑOR JESÚS, CICLO “B”

Salió un decreto del emperador Augusto, ordenando hacer un censo del mundo entero. Éste fue el primer censo que se hizo siendo Cirino gobernador de Siria. Y todos iban a inscribirse, cada cual a su ciudad. También José, que era de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea, para inscribirse con su esposa María, que estaba en cinta. Y mientras estaba allí le llegó el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada. En aquella región había unos pastores que pasaban la noche al aire libre, velando por turno su rebaño. Y un ángel del señor se le presentó; la gloria del Señor los envolvió de claridad, y se llenaron de gran temor. El ángel les dijo: “No temáis, os traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: El Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre”.
De pronto, en torno al ángel, apareció una legión del ejercito celestial, que alababa a Dios, diciendo: “Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que aman al Señor”. Lc. 2, 1-14.

Hacia Dios por los caminos de la Biblia, nº 10

P: Aquí está el que hace las preguntas. Llevo más de media hora esperando y temía que no vinierais.

Adán: Yo no podía faltar, pues sois vosotros los que me habéis personalizado. En realidad yo represento a todos los hombres.

R: Pues somos todo oídos y nos encantan tus confidencias.

Monición de entrada. Domingo 4º de Adviento, ciclo B, "EL ANUNCIO DEL NACIMIENTO DE JESÚS"

A los seis meses, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel entrando en su presencia, dijo: “Alégrate, llena de gracia, el señor está contigo”. Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo: “No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin”. Y María dijo al ángel: “¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?” El ángel le contestó: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del altísimo te cubrirá con su sombra; por el eso el santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible”. María contestó: “Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra”. Y la dejó el ángel. (Lc. 1, 26.38)

Monición de entrada. Domingo 3º de Adviento, ciclo B, "LE PREGUNTARON A JUAN EL BAUTISTA: ¿QUIÉN ERES?"

Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: Éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz, y ese fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a Juan, a que le preguntaran: “¿Tú quién eres?” Él confesó sin reservas: “Yo no soy el Mesías”. Le preguntaron: “Entonces ¿Qué? ¿Eres tú Elías?”. Él dijo: “No lo soy”, “¿Eres tú el Profeta?” Respondió: “No”. Y le dijeron: “ ¿Quién eres? Para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado, ¿qué dices de ti mismo?” Él contestó: “Yo soy la voz que grita en el desierto: “Allanad el camino al señor” (Como dijo el Profeta Isaías)”. Entre los enviados había fariseos y le preguntaron: “Entonces, ¿por qué bautizas, si tú no eres el Mesías, ni Elías ni el Profeta?” Juan respondió: “Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, que existía antes que yo y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia”. Esto pasaba en Betania, en la orilla del Jordán, donde estaba Juan bautizando. (Jn. 1, 6-8. 19-28)

Monición de entrada. FESTIVIDAD DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA ADVIENTO CICLO “B”

A los seis meses, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel entrando en su presencia, dijo: “Alégrate, llena de gracia, el señor está contigo”. Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo: “No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin”. Y María dijo al ángel: “¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?”. El ángel le contestó: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del altísimo te cubrirá con su sombra; por el eso el santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible”. María contestó: “Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra”. Y la dejó el ángel (Lc. 1, 26-38)

Hacia Dios por los caminos de la Biblia, nº 9

P: Supongo que hoy seguiremos con todo este tema de la creación.

R: Hoy me vas a permitir que tengamos una entrevista con Adán. Puedes quedarte aquí sentadito y escuchar e, incluso, intervenir, si lo crees oportuno. Empezamos la entrevista:

Mi querido Adán: ya sé que eres un mito, así como Eva, de la que hablaremos otro día. Ya sé que el autor sagrado no quiso ni supo entrar en el terreno de la ciencia, pues lo que le interesaba era suscitar la fe de su pueblo. Ya sé que tu mismo nombre, Adán, no es un nombre propio como el que cada uno de nosotros llevamos. Se trata más bien de un nombre genérico y significa “el hombre” (todo hombre), igual que Eva significa "la mujer”. Ya sé que la raza humana fue apareciendo muy tardíamente.
A pesar de todo, querido Adán, me permito hablar contigo y espero que me cuentes ¿cómo te encontrabas en el paraíso?