Hacia Dios por los caminos de la Biblia, nº 17

P: Me vas a permitir que te haga alguna pregunta sobre el pecado de nuestros primeros padres. Es la siguiente: ¿cómo el pecado de origen vino a ser el pecado de todos los descendientes de Adán y Eva?

R: Es buena pregunta y te contesto con lo que dice el Catecismo de la Iglesia católica en el número 404. “Todo el género humano es en Adán y Eva como el cuerpo único de un único hombre" (S. Tomás de Aquino). Por esta "unidad del género humano", todos los hombres estamos implicados en el pecado de Adán, como todos estamos implicados en la salvación de Cristo. Pero es que en esta misma situación se encuentra toda la creación, como dice San Pablo: “Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó, pero también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, y llevada a la libertad gloriosa de los hijos de Dios”. (Rom.8:20-21). A la universalidad del pecado y de la muerte, el Apóstol opone la universalidad de la salvación en Cristo: (Rm 5,18)


P: Es lo que ya nos has repetido muchas veces: que Adán y Eva representan a todo el género humano. Me encanta lo de la creación. Soy un enamorado de la naturaleza. Cuando la contemplo, tiembla mi corazón de alegría y se me salta fuera del pecho. Lástima que la sometamos muchas veces a una utilización egoísta e interesada; que nos aprovechemos de ella sin cuidarla; que hagamos nuestro lo que es de todos.
Me encanta lo que se dice de Dios en los últimos capítulos del libro de Job: ¿Has mandado una vez en tu vida a la mañana, le has indicado su puesto a la aurora, para que tome a la tierra por los bordes y sean sacudidos de ella los malvados? (Job ,38,12-18).
Dios nos hace contemplar maravillas, realiza grandes cosas, que no llegamos a entender. Cuando dice a la nieve: "Cae sobre la tierra", y a los aguaceros: "lluevan con fuerza", Al soplo de Dios se forma el hielo y se congela la extensión de las aguas. Él carga la nube de humedad, y el nubarrón expande su relámpago, Job.

R: ¿Sabes una cosa?

P: Dime.

R: Primero, que pienso leer esos capítulos del libro de Job, y segundo reflexionar sobre el gran Dios de la Creación, pidiéndole que no empleemos elementos de la creación para dar muerte a nuestros hermanos: el fuego, el hierro, el plomo, la energía atómica… inventos del hombre con los que se podría fomentar la vida, y se utilizan para la destrucción, para la corrupción, para la guerra, para la muerte. Y una preguntita: ¿nos hablarás de la manzana y de la serpiente?

P: Lo haremos el próximo día.