Hacia Dios por los caminos de la Biblia, nº 19

¿Y de la manzana qué?

P: Tomando café hace unos días, hicimos un comentario sobre el pecado de nuestros padres. Salió el tema de la manzana como fruto del árbol prohibido. Hoy esperamos tu contestación.


R: Y lo hago con mucho gusto. Lo primero que hay que hacer es leer el texto bíblico, Gn.3, 6, cuando la mujer vio que el árbol era apetitoso para comer, agradable a la vista y deseable para adquirir discernimiento, tomó de su fruto y comió; luego se lo dio a su marido, que estaba con ella, y él también comió.
Como veis, nada se dice de la manzana.

P: Entonces ¿por qué durante siglos se ha mantenido lo de la manzana y se ha ido transmitiendo de generación en generación?.

R: Es cierto. Recuerdo haber sido testigo de una discusión sobre este tema. Me pidieron que interviniera y no veas la cara que pusieron algunos cuando afirmé rotundamente que, en el texto bíblico no aparece la manzana.
No podemos perder de vista que nuestro idioma procede del latín. Pues bien, en latín al mal se le llama “malum” y a la manzana se denomina “mallum”, que normalmente se pronuncia malum o “mal- lum. No es, por consiguiente, extraño que la fantasía popular asociara el mal con el manzano.

P: Hay que ver. Todo en esta vida tiene explicación, ¿verdad?

R: Cierto. Lo que pasa es que en esto de la fantasía hay para todos los gustos. Así lo de la manzana para los judíos se trataba de un higo, una nuez o una algarroba; para los ortodoxos, de una naranja. Los protestantes inculpan a la miel, y los musulmanes sostienen que se trataba de un vaso de vino ofrecido por Eva a Adán.

P: Es curioso. Total que de la manzana nada de nada. ¿Y de la serpiente?

R: De la manzana nada de nada. Lo de la serpiente lo veremos el próximo día.