Monición de entrada, JESÚS CURA A UN LEPROSO. DOMINGO 6º DEL T.O. Ciclo “B” Mc. 1, 40-45

Se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: “Si quieres, puedes limpiarme”. Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó diciendo: “Quiero: queda limpio”. La lepra se le quitó inmediatamente y quedó limpio. Él lo despidió, encargándole severamente: “No se lo digas a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés”. Pero cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en descampados; y aún así, acudían a Él de todas partes.


DIÁLOGO

Lucía.- “Si quieres, puedes limpiarme”. Con esas palabras de esperanza y fe, un hombre enfermo de lepra, se acercó a Jesús para que lo curara.

Irene.- Yo nunca había escuchado esa palabra ¿Quiénes son los leprosos? ¿Por qué vivían alejados del pueblo?

Jorge.- Es una enfermedad muy dolorosa, que afecta a la piel de las personas. Vivían separados de los pueblos: ¡Abandonados por todos! ¡Les decían, que Dios los había castigado!

Agustín.- Hoy los abandonados, son los emigrantes, los alcohólicos, los que duermen en las calles: Personas que están tristes, sin esperanzas, tal vez alejadas, ¡Muy alejadas de Jesús!

Lucía.- Jesús, rompió con las antiguas leyes, y le devolvió la dignidad al leproso, y el derecho de vivir abrazado a Dios: ¡Le curó el cuerpo, y le devolvió la paz de su alma!

Irene.- ¡El alma es eterna! Siempre estará junto a Dios: “Es la que debemos de cuidar”. El cuerpo desaparecerá, pero el alma, siempre permanecerá.

Jorge.- ¡Ya entiendo! No importa como sea nuestro físico, ni el color de la piel, ni nuestra altura: ¡El amor que repartimos, es lo que importa!

Agustín.- Las enfermedades del cuerpo, no son el castigo de Dios, ni significa “que Dios esté distraído”: ¡Para Dios, lo importante, es tu forma de compartir, y seguir su Palabra!

Lucía.- “¡Buen Jesús! A veces nos buscamos dioses falsos, que nos alejan de Ti”: ¡La comodidad, el egoísmo, y la falta de compromiso, son nuestra peor enfermedad!

Irene.- ¡Está claro! Cuando te falta el apoyo de Jesús, es como si estuvieras enfermo. Por eso, las personas que nos quieren, nos hablan de Jesús. ¡El amigo que nunca te falla!

Jorge.- En casa hablamos poco de Jesús ¿Cómo voy a conocerlo, si no hablamos de Él? Déjame que le toque su manto, que le tenga en mi corazón, y quedaré limpio, ¡Lleno de vida!

Agustín.- ¡Cada vez que rezas a Jesús, estás tocando su manto! ¡Cada vez que ayudas a tus padres, estás tocando su manto! ¡Cada domingo que te acercas al altar, Jesús te envuelve en su abrazo! ¡Nunca pierdas la esperanza de vivir junto a Jesús!