Hacia Dios por los caminos de la Biblia, nº 47


La torre de Babel. (a). Gn. 11,1-16. 

P: Una vez terminado el diluvio, la Biblia nos pone el relato de la Torre de Babel. Nos encontramos con uno de los relatos que han calado en el sentir humano y hasta en el campo infantil. ¿No es verdad? 

R: Es cierto, pero lo primero que aparece es el mismo deseo que tuvieron nuestros primeros padres en el paraíso y por el que no fueron fieles al Señor. Adán y Eva querrían ser como Dios, y esto es lo que llevó a comer del árbol del bien y del mal. 

P: Y ¿no es esto mismo lo que viene deseando toda la raza humana, a lo largo de la historia? 

R: Cierto, amigo. El fenómeno cultural de la distinción de lenguas y de la dispersión de los pueblos, se presenta aquí en el contexto de un nuevo intento de la humanidad de superar sus límites y de ser como Dios. El proyecto de la torre, tan grandioso ante los ojos de los hombres como insignificante ante los de Dios, muestra que no se puede construir el mundo sin contar con Dios y, menos aún, en contra de sus planes. 

P: Estoy convencido de eso y lo peor es que eso es lo que se percibe en la cultura ambiental. Precisamente en nuestra época estamos viviendo en una grave situación de crisis económica, debido, como siempre, a los que se empeñan en construir una sociedad de espaldas a Dios. El abuso de los que ostentan el poder y de los que acaparan gran parte de la riqueza, que pertenece a todo ser humano, sin distinción alguna, está dando como fruto esta sociedad tan injustamente montada.

R: Así es, pero tenemos que continuar el día próximo.