Hacia Dios por los caminos de la Biblia, nº 48


La torre de Babel (b) 

P: Leyendo el pasaje de la torre de Babel, he visto que, en realidad, lo que el hombre hace, una vez instalados en la llanura de Senaar, es desafiar a Dios. 

R: Cierto, y lo expresa muy bien el texto bíblico, que dice así: “Al emigrar los hombres desde Oriente, encontraron una llanura en la tierra de Senaar y se establecieron allí. Se dijeron unos a otros: «Vamos a construir una ciudad y una torre que alcance el cielo, para hacernos un nombre, no sea que nos dispersemos por la superficie de la tierra”. 


P: Está clarísimo, pero ¿por qué la torre y no un templo en la llanura? 

R: Es muy sencillo: los antiguos suponían que los dioses residían en las alturas y por eso los santuarios los construían en las cimas de las montañas. 

P: ¿Y donde no había montañas dónde construir los santuarios? 

R: Para suplir las montañas erigieron los zigurats, que eran considerados como montículos artificiales, en cuya cima se emplazaba el templo de dios. Las torres escalonadas –así era la torre de Babel- para los babilonios eran el sitio de la divinidad, pero el autor sagrado, como enemigo del culto idolátrico, convierte la torre de su ciudad en el símbolo del engreimiento humano. 

P: Creo que todavía nos queda lo de las lenguas, pero supongo que lo veremos la semana que viene.