Hacia Dios por los caminos de la Biblia, nº 53


La fe de Abraham

Gn. 1. Yahveh dijo a Abram: "Vete a la tierra que yo te mostraré..."

Christian: (Cristiano o seguidor de Cristo): Amigo Abraham: Al leer el texto anterior, veo que Dios te promete algo, pero de una forma imprecisa. Dios te habla de una tierra que te mostrará, pero ni te dice dónde está esa tierra.



Abraham: Es verdad, pero uno tiene que fiarse de Dios. Si muchas veces nos fiamos de las promesas que nos hacen los hombres, ¿no nos vamos a fiar de Dios? Si Sara se fió de mí cuando la pedí en matrimonio, ¿qué razones tengo yo para no fiarme de Dios?

Christian: Tienes toda la razón del mundo, y no me podrás negar que tu fe es pronta y desnuda, sin objeciones ni vacilaciones. Sin dudarlo, tomaste a Saray, tu mujer, y a Lot, hijo de su hermano, con toda la hacienda que habíais logrado, y el personal que habíais adquirido en Jarán, y salísteis para dirigirse a Canaán. Ojalá que mi fe vaya adquiriendo ese talante, ese nivel.

Abraham: Amigo Christian: la fe, que es un don de Dios, es fiarse de Él, es como dar un salto en el vacío; es salir de lo puramente racional para adentrarse en el corazón de Dios. Por la fe uno es capaz de sacrificar su pasado y su futuro; está dispuesto a sacrificar lo que sea para obedecer al Dios en quien confía. Y una cosa muy importante: cuando se tiene fe, uno renuncia a creer que tiene domesticado a Dios.

Christian: Todo esto, mi querido Abraham, me parece estupendo, pero estarás de acuerdo conmigo en que la fe entraña serias dificultades, como, por ejemplo, la inseguridad, la renuncia a los propios criterios; las dudas; la ruptura, a veces, de los propios planes...

Abraham: Así es, amigo. Si todo estuviera claro, si todo se pudiera explicar, si nunca hubiera razones para dudar, la fe dejaría de ser fe, pues nos estaríamos moviendo en lo racionalmente explicable, en lo comprobable, en lo inteligible… pero no estaríamos en la dinámica misteriosa en la que habla Dios.

Gn. 1,4. Marchó, pues, Abram, como se lo había dicho Yahveh, y con él marchó Lot. Tenía Abram 75 años cuando salió de Jarán.

Christian:  Así te comportaste. Con razón te llamamos el Padre de todos los creyentes. Continuaremos otro día.