Intervención de Melitón Bruque en la charla - coloquio "Nacer, un derecho sagrado"

El pasado 25 de mayo se celebró en nuestra Parroquia la charla - coloquio "Nacer, un derecho sagrado" en la que, entre otros, intervino nuestro párroco, Melitón Bruque.

Os dejamos aquí el contenido de su intervención, junto con algunas fotos del acto.

EL CONSECUENCIALISMO

DERECHO Y OBLIGACIÓN

Estos tiempos estamos viendo cómo se responde ante algo que hasta ahora se ha entendido y ha sido admitido como algo natural y evidente, que aquel ser que ha sido engendrado en el útero de una mujer es una persona desde su primer momento de concepción, lo mismo que es un perro aquel ser que ha sido concebido en el útero de una perra… 

Hacia Dios por los caminos de la Biblia, nº 75

El sacrificio del hijo único (a)

Christian (Cristiano o seguidor de Cristo): Amigo Abraham, ¿quieres creer que no he pegado ojo en toda la noche? Me he acordado mucho de tí y le he pedido a Dios que me de una fe que, al menos, se parezca algo a la tuya.

Abraham: Yo tampoco he dor-mido mucho, pues la fe no suprime el sufrimiento, y he pensado cómo orga-nizar el viaje. 

Christian: Amigo Abraham, ¿tan pronto piensas haceer lo que Dios te manda? 

Abraham: Lo que Dios quiere, cuanto antes se cumpla mejor. Pienso salir la próxima madrugada, así es que me levantaré, aparejaré mi asno, llamaré dos mozos y a mi hijo, cargaré la leña del holocausto y emprenderemos el camino hacia el monte Moriah.

Christian: Te veo tan entero, tan fuerte... Admiro tu fe, tu fortaleza, tu decisión y tu plena confianza en Dios. No lo entiendes pero sigues el camino que Dios te marca, vas hacia el pais de Moriah, pero ¿conoces es el país de Moriah?

Abraham: Gracias por tus alabanzas, pero la fe es un don de Dios. No se conquista, se recibe gratuitamente. No conozco el país de Moriah. Dicen que es un país elevado y montañoso. De hecho Dios me dijo que el sacificio lo hiciera sobre uno de los montes que Él me indicará. 

Se le llama también la tierra de la visión.

Christian: Ahora recuerdo haber leído que la tradición judía piensa que se trataba de la colina de Jerusalén, incluso la roca en que fue edificado el templo de Salomón. Perdona que te haya cortado pero lo he hecho por distraerte. Cuéntame más de tu viaje.

Abraham: Emprendimos el camino y al tercer día levanté los ojos y vi el lugar desde lejos; mandé a mis criados que se quedatan allí con el asno y les dije: «Quedaos aquí con el asno; el muchacho y yo iremos hasta allí, haremos ado-ración y volveremos donde vosotros.» Tomé la leña del holocausto, la cargué sobre mi hijo Isaac, tomó en su mano el fuego y el cuchillo, y nos fuimos los dos juntos. Pero mejor será seguir el día próximo, pues estoy cansado. Que el Señor me dé fuerzas.

Hacia Dios por los caminos de la Biblia, nº 74


El sacrificio del hijo único 

Christian (Cristiano o seguidor de Cristo): Amigo Abraham: Pasa algún tiempo y tu querido hijo, sobre cuya cabeza descansa toda la promesa, crece. Es vuestro consuelo. Ahora sabes lo que es ser padre: después de esperar que Dios te lo diera, como te había prometido. 

Abraham: Tienes razón. Mi hijo Isaac es el centro de mi cariño y de mis desvelos; en él veía cumplidas la promesa, tantas veces repetidas, de darme descendencia. Pero otra vez yo no entiendo a Dios. Por lo visto quiere probar mi fe. 

Christian: Pero ¿cómo quiere probar tu fe? Yo te veo altamente preocupado y triste. La prueba debe ser muy costosa; se tiene que tratar de algo que te llega al alma, que te rompe el corazón, y que, a veces, nos desorienta hasta ponernos en peligro de dudar de que Dios nos quieire. 

Hacia Dios por los caminos de la Biblia, nº 73


La amistad de Abraham con Dios 

Christian (Cristiano o seguidor de Cristo): Alguien dijo: “El mejor regalo que uno te puede dar es su amistad” 

Abraham: Es cierto. Hay muchas cosas asombrosas en la Biblia. Pocas, sin embargo, lo son más que esto: que Dios deseara ser amigo del hombre. 

Christian: Y Dios te eligió a tí. La verdad es, amigo Abraham, que, viendo tu relación con nuestro Dios, he aprendido y “gustado” esa relación de amistad. Dios te llama “mi amigo”: Por poner un ejemplo: “Pero tú, (dice Isaías) Israel, siervo mío, Jacob, a quien he escogido, descendiente de Abraham, mi amigo”. (Is. 41,8). 

Abraham: El caso es que yo tenía a Dios como un amigo normal. Señal de eso fue el regateo que tuve con Él cuando trataba de exterminar las ciudades de Sodoma y de Gomorra. 

Christian: Siempre he gozado al ver a Dios tan cercano al hombre. Me encantaba sobremanera ver también que realizabas otra función muy importante: interceder por los que habitaban aquellas ciudades. 

Hacia Dios por los caminos de la Biblia, nº 72

Abraham, intercesor de Sodoma y Gomorra

Christian (Cristiano o seguidor de Cristo): Amigo Abraham, te decía el día anterior que no comprendo que Dios castigue por igual a los jusros y a los pecadores. 

Abraham: Yo creo que, ante las grandes tragedias y calamidades que convulsionan a grandes y pequeños, a justos y pecadores, el hombre, y creo que especialmente el creyente, se pregunta: ¿por qué? 

Christian: Cierto; también hoy nos seguimos preguntando: ¿por qué? 

Abraham: Ten presente que han pasado siglos. En la mentalidad popular, en mis tiempos, ya existía la creencia de que Dios castiga el pecado de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación (Ez. 20,5). Recuerdo que cuando Jesús curó al ciego de nacimiento, le preguntaron: ¿Quién pecó, este o sus padres? 

Christian: Entonces eso es lo que quiere decir el proverbio: los padres comen agraces y los hijos sufren dentera (Ec. 18,2-4) 

Abraham: Exactamente, pero yo, como creyente, no lo admití nunca; pues me planteaba el problema de forma distinta. Mi pregunta era: ¿qué pesa más ante Dios, la maldad de la mayoría o la santidad de unos pocos? 

Christian: Esta es la razón por la que tú, amigo, intentaste jugar otra carta: la de la discusión con tu Dios. 

Abraham: Y lo intenté porque siempre he estado lleno de confianza y optimismo en la fuerza del bien y, por tanto, en la generosidad divina. 

Christian: Te convertiste en mediador entre Dios y aquellos pueblos pecadores; pediste a Dios que los perdonara, pero, al no encontrar 10 justos, Sodoma y Gomorra fueron destruidas. 

Abraham: Cierto: así nos lo han transmitido los mayores. Christian: Amigo entrañable, Dios manndaría después a su propio Hijo, Jesucristo, como único mediador y salvador de todo el género humano. Jesús vino a quitar el pecado del mundo y a formar un pueblo de santos (Jn. 1,29).

Hacia Dios por los caminos de la Biblia, nº 71


El Dios amigo de Abraham 

Christian (Cristiano o seguidor de Cristo): Los hombres a quienes Lot les había dado alojamiento, dijeron a Lot: Saca de este lugar a tus hijos e hijas y a quien quiera que tengas en la ciu-dad, porque Yahveh nos ha enviado a destruir este lugar. Salió Lot y habló con sus yernos, y les dijo: «Levantaos, y salid de este lugar, porque Yahveh va a destruir la ciudad» Pero sus yernos lo tomaron a broma. 

Abraham: Me contó mi sobrino Lot que, al rayar el alba, los ángeles (Dios mismo), le avisaron diciendo: «Levántate, toma a tu mujer y a tus dos hijas que se encuentran»; y como Lot se hacía el remolón, los hombres les asieron de la mano lo mismo que a su mujer y a sus dos hijas y sacándoles los dejaron fuera de la ciudad. (Gn. 19,12 y ss.) 

Christian: Así fue, amigo Abraham. Me vas a permitir que te ruegue me digas tu diálogo con Dios, tratando de salvar los habitan-tes de Sodoma y Gomorra. 

Abraham: Sí. Me atreví a en-frentarme con mi amigo Dios. Le abordé y le dije: «¿Así que vas a borrar al justo con el malvado? Si hay 50 justos ¿los vas a borrar junto con los malvados? El juez de toda la tierra ¿va a cometer tal injusticia?» 

Christian: ¿Y qué te dijo Dios? 

Abraham: Lo que yo esperaba: Me dijo: «Si encuentro en Sodoma a cincuenta justos perdonaré a todo el lugar por amor de aquéllos». Y así fui bajando hasta diez, pero no había ni diez justos. Entonces Dios arrasó aquellas ciudades, con todos sus habitantes y la vegetacíon del suelo. 

Christian: Hay cosas que no entiendo, por lo que seguiremos el próximo día. 

Abraham: Muy bien. Trataré de clarificarte algunas cosas, pero así pensábamos entonces cómo actuaba Dios.